La unión de la presencia, la energía y el despertar de la conciencia
En la tradición tántrica, el Yab-Yum, o Balanceo Tibetano, representa mucho más que una postura sexual: es la encarnación viva de la unión entre los principios divinos de lo masculino (Shiva) y lo femenino (Shakti), el Yang y el Yin, el cielo y la tierra, el vacío y la forma. En esta fusión, la mujer ocupa un rol tan profundo como poderoso, y su presencia es la puerta de entrada al misterio. Cuando la práctica se realiza en su forma completa, es decir, incluyendo la unión sexual sagrada, la mujer no es un receptáculo pasivo de energía, sino la guardiana del umbral, la que verifica, sostiene y guía la calidad de la conexión que está por comenzar. Su cuerpo no se ofrece: invita. Su energía no se entrega: selecciona, filtra, orienta.
Ella es quien habilita el ingreso, quien pide y permite que el Lingam —la vara de luz— sea recibido en su templo sagrado. El ingreso no se da sin su consentimiento vibracional. No se la penetra: ella recibe. En su centro vive el portal, y solo ella puede abrirlo. Ese acto de habilitación no es solo físico, sino energético, espiritual y simbólico.
El cuerpo femenino, en esta práctica, representa lo receptivo, lo envolvente, lo que absorbe y transmuta. Pero al mismo tiempo, cuando ella decide "montar" a su compañero, se convierte en la acción misma, en el fuego que asciende, en el Yang que nace del Yin. Esta inversión de roles no es una contradicción, sino una danza de polaridades que se intercambian para que el flujo energético se vuelva dinámico y completo.
Su movimiento no es mecánico, sino respirado, meditado, guiado por las olas del placer profundo y la escucha interior. Ella conduce el ritmo, abre portales, mantiene la energía en expansión sin necesidad de llegar al clímax convencional. Su erotismo no es explosión: es espiral.
En el Yab-Yum completo, los genitales se unen, sí, pero lo que realmente sucede es un intercambio alquímico entre campos sutiles. El Lingam entra en el Yoni como si se hundiera en una caverna de conciencia. No hay fricción ni apuro, sino una fusión sostenida, prolongada, que permite que las energías de ambos cuerpos comiencen a circular en forma ascendente.
El cuerpo masculino, anclado en presencia y sostén, ofrece su eje. El cuerpo femenino, despierto y receptivo, enciende la danza. Ambos se convierten en canales vivos por donde la energía sexual—transformada en energía espiritual—asciende por la columna, despertando los centros energéticos, purificando emociones y ampliando la conciencia.
La mujer, al habitar esta práctica con totalidad, puede acceder a estados orgásmicos que trascienden lo físico. El orgasmo no es ya una descarga genital, sino una ampliación del campo energético, una expansión vibracional que puede recorrer el pecho, la garganta, el entrecejo… o simplemente unirse al vacío silencioso de la meditación.
Estos orgasmos de conciencia no requieren tensión, sino rendición. No piden velocidad, sino permanencia. La mujer que respira profundamente y permanece en esta unión puede experimentar un estado de dicha meditativa, donde se siente unificada con todo el universo. En ese momento, su cuerpo se vuelve templo y cosmos, y su compañero, si está presente de verdad, es testigo y aliado de ese despertar.
"Cuando ella habilita el ingreso, no solo abre su cuerpo, sino un portal de conciencia: la unión se vuelve templo, y el placer, una vía directa al alma"
El rol de la mujer en el Balanceo Tibetano completo es esencial, activo, energético y espiritual. Ella es la que elige, habilita y transforma. Su cuerpo se convierte en canal, y su energía en maestra. Cuando esta práctica se realiza con conciencia, respeto y entrega, abre puertas hacia niveles profundos de placer, autoconocimiento y expansión de la conciencia que pocos caminos pueden ofrecer.
Fernando Far se desempeña como «Life, Sex & Business Coach» asistiendo tanto a las personas como a las organizaciones en sus procesos de cambio y transformación.
Si ya leiste Yab Yum: El Rol de la Mujer en el Balanceo Tibetano tal vez también te pueda interesar leer alguno de los siguientes artículos: